jueves, 18 de marzo de 2010

Y llegó la hora!

Las mujeres han asumido, unas de forma voluntaria y otras como víctimas de las circunstancias, y también han realizado en la historia roles que hoy, en las circunstancias históricas actuales, es necesario revisar porque las condiciones han variado y el cambio de mentalidad, los avances científicos, los avances tecnológicos, la secularización, han dado lugar a un cambio de valores y una nueva forma de vida de las personas.

El mundo de las mujeres hasta hace apenas un siglo, se reducía al hogar, y su papel en la sociedad se limitaba a ser buena hija, buena madre y buena esposa. El mundo, fuera de las paredes de la casa, no era para ellas, no les estaba permitido- sino que lo vivían a través de la ventana de su casa. Eran las eternas espectadoras, nunca la primera actriz.

Carmen Alberdi (2002) en la conferencia "La igualdad nos dará una sociedad mejor" afirma: "hemos vivido en un pacto social por el que el hombre y la mujer tenían papeles predeterminados en la vida, el hombre el poder y a la mujer la reproducción y la casa, a la mujer se la asociaba además con fragilidad, sumisión, ligereza, propiciando estereotipos que se han arraigado". En la misma conferencia insistió en la necesidad de un cambio social que termine con la pobreza de capacidad, es decir, de la carencia de instrumentos y preparación que mantiene a la mujer alejada del poder y de los ámbitos de decisión, debiendo compartir la mujer con el hombre el espacio público y privado.

Así mismo, Victoria Camps (1998) afirma que el siglo XXI será el siglo de las mujeres, ya que hoy nadie puede detener el movimiento surgido para la igualdad de oportunidades. También afirma que aún hay hoy grandes obstáculos para alcanzar esa igualdad, ya que en la vida privada se sigue discriminando a la mujer y el acceso de la mujer a cargos y puestos de mayor responsabilidad avanza muy despacio.
En el transcurso de las dos últimas décadas se ha pretendido estar atentos a las situaciones de discriminación que se producen tanto en nuestras aulas como en el entorno socioeducativo, en el mundo de trabajo y en general, en la sociedad. Y la discriminación sexista ha sido, sin duda, una de las situaciones más cuidadosa y permanentemente abordadas.

“Llega la hora, ha llegado la hora en que la vocación de la mujer se cumple en plenitud, la hora en que la mujer adquiere en el mundo una influencia, un peso, un poder jamás alcanzados hasta ahora. Por eso, en este momento en que la humanidad conoce una mutación tan profunda, las mujeres llenas del espíritu del evangelio pueden ayudar mucho a que la humanidad no decaiga” (Mensaje del Concilio a las Mujeres, 8 de diciembre de 1965: AAS 58,1966 13-14).

La frase está en presente. Nos interesa recordarla pues insiste en que es ahora cuando la vocación, la misión de la mujer se puede cumplir en sí misma y en la sociedad con toda su fuerza y en todas sus dimensiones.

El tiempo que vivimos, como nunca antes en la historia, ofrece a la mujer que siente la necesidad y el deseo de penetrar el campo profesional, amplias posibilidades para hacerse presente en la sociedad, con todo su «genio femenino», es decir, con todas las cualidades y riquezas de su feminidad. Ella puede, ahora, ejercer un influjo creativo, renovador, humanizador, en todos los ámbitos de la vida social: empresa, política, ciencia, medicina, educación, cultura, medios de comunicación, etc.

El mundo de hoy, por lo tanto, se abre ante la mujer, como un campo, para que ella plante la semilla de su feminidad y ésta pueda dar fruto. La mujer puede salir, prolongar su «don de sí» más allá de su ámbito familiar, como una forma de multiplicar su capacidad de donación y, con ello, su realización como mujer.

Pero este «salir» para hacerse presente en la sociedad, no es sólo un medio para que ella se realice. Es, de igual manera, un beneficio para la misma sociedad. El mundo de las empresas humanas, de las decisiones humanas, de la cultura y la comunicación, necesita enriquecerse de todo aquello que la mujer puede aportar. Necesita precisamente de «lo femenino». Y necesita lo femenino no para suplir «lo masculino» sino para complementarlo, para potenciar y enriquecer el «todo» de la sociedad humana. Por eso es importante, antes de describir este horizonte de proyección, que la mujer se descubra necesaria para el mundo «en tanto que mujer». Aún cuando ella no perciba que es necesaria, cuando falta la mujer en un hogar, se nota, y los hijos son los primeros que la echan de menos haciendo ver cuánto la necesitan. De la misma manera nuestra sociedad, aunque no lo diga, echa de menos «lo femenino».

El primer papel de la mujer en la sociedad consistirá, por tanto, en que sea ella misma. Con toda su identidad, con toda su feminidad. Es verdad que muchos sistemas y estructuras deben cambiar. Es verdad que todavía no se reconoce del todo que la mujer es necesaria en determinados ámbitos de la sociedad. Pero también es verdad que la mujer no siempre ha luchado por penetrar las esferas sociales en tanto que mujer. O se ha quedado al margen, o, cuando se ha metido dentro, llámese mundo profesional o político, lo ha hecho disfrazándose de varón.

Queremos anotar, sin embargo, que esta participación directa de la mujer en la sociedad, más allá de la esfera familiar, de ninguna manera debe pensarse como algo obligatorio e indispensable para todas las mujeres.

Habrá mujeres que desearán entregarse de lleno a su familia sin realizar ningún trabajo profesional fuera del hogar. Si la mujer siente que así está llamada a realizar su don de sí, debe hacerlo con seguridad y satisfacción. En esa misión de madre y educadora ella florecerá en toda su feminidad y se realizará como mujer. Obligar a la mujer a trabajar fuera del hogar sin permitirle opción sería concebir la realización de su identidad en términos de productividad y no de donación personal.

En este caso, sin embargo, es ciertamente recomendable que, en la medida que sus obligaciones familiares se lo permitan, ofrezca su aportación a la sociedad colaborando en obras de solidaridad, promoviendo el bien común y fomentando los valores humanos auténticos entre la gente que la rodee.

Como no nos es posible tocar cada una de las posibles profesiones o actividades en las que la mujer se puede proyectar, trataremos de agruparlas en los siguientes ámbitos. El mundo de la educación sería otro campo de proyección social por ser la educación parte de la vocación de la mujer, como una expresión y prolongación de su maternidad. Tratamos en último lugar el tema del equilibrio entre la vida familiar y trabajo por ser uno de los retos principales que tiene la mujer de hoy de cara a su misión en la sociedad.

Aunque hablemos exclusivamente de la mujer y del papel que esta desempeña, también hay hombres que luchan por alcanzar algún día dicha igualdad.
A continuación os dejamos la dirección de una organización hecha por hombres y para hombres que buscan inculcar ese valor de igualdad.
www.ahige.org

No hay comentarios:

Publicar un comentario